Esto ocurre porque, cuando el cuerpo está bajo estrés, se liberan hormonas como el cortisol y la adrenalina para responder a la situación. Pero también se produce dopamina, la sustancia del placer y la recompensa, lo que puede hacer que busquemos más situaciones estresantes de manera inconsciente.
Con el tiempo, es posible que te acostumbres a sentirte en un estado de alerta constante, volviéndote incapaz de relajarte.
El estrés crónico puede debilitar el sistema inmunológico, dejando al cuerpo vulnerable a enfermedades, como infecciones, enfermedades autoinmunes e incluso cáncer.
Un solo minuto de estrés intenso puede debilitar el sistema inmunológico por horas
Además, este estado constante de alerta puede llevar a problemas cardiovasculares, digestivos, y afectar nuestra capacidad de memoria y gestión emocional, aumentando el riesgo de ansiedad y depresión.
Romper este ciclo es fundamental para la salud física y mental. Practicar técnicas de relajación, como meditación o ejercicio, puede ayudarte a salir de este círculo vicioso.