Por increíble que resulte, los repelentes que han demostrado mejor eficacia no dañan a los mosquitos. Tanto en el caso del DEET, al igual que la icaridina son los ingredientes más habituales de los repelentes de insectos, el mecanismo de acción de estos componentes desorienta a los insectos y altera sus receptores para que no puedan localizara las personas. Eso explica por qué, incluso usando estos repelentes, los mosquitos pueden picarnos: el producto no hace huir a los insectos, "nos hacen invisibles" a ellos. Pero si por casualidad nos encuentran, nada impide que se den un festín.
Estos dos compuestos parecen bastantes seguros. El DEET puede provocar erupciones cutáneas leves y, en altas concentraciones, disuelve el plástico. La icardina no tiene efectos secundarios salvo alguna leve irritación en la piel. Ninguno está recomendado para niños muy pequeños.