Una de las primeras consecuencias de la hipertensión la sufren las arterías, mismas que padecen un endurecimientos a medida que soportan la presión arterial alta de forma continua, a la vez que se hacen más gruesas, lo que dificulta el paso de la sangre a través de ellas e incrementa el esfuerzo que debe hacer el corazón, aumentando de manera significativa el riesgo de padecer un evento cardiovascular o un accidente cerebrovascular.