Con frecuencia, se considera que la población anciana constituye un grupo de riesgo para padecer malnutrición, debido a que los ancianos tienden a cometer una serie de errores que traen consigo consecuencias negativas sobre su estado nutricional; por ejemplo, pérdida del apetito y problemas de movilidad.
Asimismo, muchas personas sustituyen los guisos por picoteos que no les aportan ni el contenido calórico requerido, ni los nutrientes necesarios y que también pueden provocar obesidad por contener un exceso de grasas o azúcares.